La Flota
El barrio más joven de la ciudad me acogió en 2014 cuando llegué a Murcia y me abrazó durante los tres años que viví en él.
El barrio de La Flota es hogar.
Un lugar único que se transforma cuando comienza el día -como si una de las flores que lo inundan se tratase-: se abre y se expande, comenzando a brillar junto a los primeros rayos de sol, mientras que, según cae la noche, se va apagando poco a poco hasta que reina el silencio en la oscuridad, a la espera de que el ciclo vuelva a comenzar.
Podría ser una montaña rusa en la que dependiendo del momento del día en el que la utilices será de un color y forma diferente.
Sus infinitas zonas verdes y sus habitantes jóvenes, familiares y cálidos lo elevan a un lugar casi mágico, donde sin lugar a dudas, la luz que lo baña predomina sobre todas las cosas.
Esa luz que se deja ver desde cualquier rincón, pero que, a su vez, y de manera contraria, también avanza tímida por calles y callejones, colándose de puntillas por los muchos recovecos que. Una luz que difícilmente se repetirá dos veces, puesto que, al igual que el propio barrio: crece, avanza, y evoluciona de manera constante, imparable.
El barrio de La Flota es hogar, hogar y luz.






















